Esta semana mientras conversaba con una amiga, recordé una
historia que oí este verano: " Una persona compasiva, viendo a una
mariposa luchando por liberarse de su crisálida y queriéndo ayudarla,
muy suavemente soltó los filamentos para formar una abertura. La
mariposa fue liberada, salió de su crisálida y aleteó, pero aún no podía
volar. Lo que la persona compasiva no sabía era que, sólo a través de
la lucha por nacer pueden las alas fortalecerse lo suficiente como para
volar. Su abreviada vida transcurrió en el suelo, jamás conoció la
libertad, jamás vivió realmente". Yo lo llamo amar con la manos
abiertas. Es un aprendizaje que me ha ocurrido lentamente y que ha sido
trabajando en las hogueras del dolor y en las aguas de la paciencia.
Estoy aprendiendo que debo liberar a quien amo, pues si exigo y trato de
controlar, pierdo lo que trato de mantener. Si trato de cambiar alguien
que yo amo porque siento que sé como debiera ser esa persona, le robo a
ella el don precioso, el derecho a asumir la responsabilidad de su
propia vida y de las elecciones de su modo de ser. Cada vez que impongo
mis deseos y quiero o trato de ejercer poder sobre otro, le robo la
plena realización de su crecimiento y madurez. Limito y coarto con mi
acto de posesión, sin importar cuan noble sea mi intención. Puedo
limitar y herir con los actos más amables de protección o preocupación
desmedida y estoy diciendo a la otra persona muy elocuentemente: " Tu
eres incapaz de cuidar de ti mismo. Debo cuidarte porque eres mía. Soy
responsable de ti. Mientras más aprendo y practico, puedo decir a quien
amo: "Te amo, te valoro y te respeto y confío en que tienes o puedes
desarrollar la fuerza para "llegar a ser", si no me entrometo en tu
camino. Te amo tanto que puedo dejarte libre para caminar a mi lado en
alegría y en tristeza. Compartiré tus lágrimas, pero no te pediré que no
llores. Responderé a tu necesidad, te cuidaré y te consolaré, pero no
te sostendré en mis brazos cuando puedas caminar sola. Estaré listo para
estar contigo en el dolor y en soledad, pero no la retiraré de ti. Me
esforzaré por escuchar tus palabras tanto como su significado, pero no
siempre estaré de acuerdo. Algunas veces estaré contrariado, y cuando
así sea, trataré de decírtelo abiertamente para no sentirme resentido
por nuestra diferencia y exclusión. No puedo estar siempre contigo u oir
lo que dices, pero hay oportunidades en que yo me escucho y me cuido, y
cuando eso suceda seré tan honesto como pueda contigo. No siempre puedo
mantener las manos lejos de la crisalida, pero siento que poco a poco
estoy mejorando.
CARPE DIEM
este fue sacado de la web, no es mio pero me ayudo a comprender la individualidad de las personas